En la charla que nos dio el señor Braulio Felix Rivera el 5 de
junio del 2013 donde nos tubo tocando el tema de ADP Asociación
Dominicana de Maestros.
http://www.opd.org.do/index.php?option=com_content&view=article&id=594:asociacion-dominicana-de-profesores-adp&catid=138:perfiles-sc
domingo, 16 de junio de 2013
martes, 28 de mayo de 2013
martes, 21 de mayo de 2013
El docente y su autoevaluación en el ejercicio profesional
La tradición
educativa general ha enfocado la evaluación sobre el discente. Éste ha sido el
objeto preferente (y aún exclusivo) de atención durante siglos. En las últimas
décadas este enfoque tradicional ha dado paso a la consideración del proceso de
enseñanza-aprendizaje como un sistema global cuyos elementos constituyentes
(docente, discente y contexto) influyen poderosamente entre sí, por lo que la
mejora de cualquiera de ellos contribuye a la mejora del proceso general. Este
nuevo enfoque ha permitido concebir al docente (y también al contexto o
situación de aprendizaje) como objeto de evaluación.
Esta
consideración de los docentes como objetos de evaluación se ha plasmado en
numerosas ocasiones en procedimientos de hatero evaluación de
aquellas llevadas a cabo por sus alumnos. Muchas de estas apreciaciones se han
centrado en los resultados de la actuación de los profesores. En pocas
ocasiones se ha intentado un proceso de evaluación procesal de
la acción docente, que permita la mejora de ésta a lo largo del proceso de
enseñanza-aprendizaje.
Dado que la
acción didáctica es un ejercicio profesional, la evaluación de su desarrollo
(no la de sus productos) debe realizarse con criterios técnicos. Un
buen procedimiento para la mejora (evaluación formativa) de la
acción docente es la auto evaluación sistemática. Primero porque es el profesor
el primer interesado en la mejora de su trabajo, después porque es el que mejor
conoce las particularidades de su actuación en el proceso de
enseñanza-aprendizaje en el que participa.
Como
contribución a esta idea incluimos una escala de auto evaluación de
la actividad docente, centrada en los procedimientos más idóneos para realizar
las tutorías colectivas. La
escala trata de ayudar a apreciar (en términos de frecuencias en las conductas
descritas) el grado de realización de determinadas rutinas profesionales
necesarias para llevar a cabo adecuadamente las tutoras colectivas.
Las
mencionadas rutinas se refieren a la planificación de la unidad
didáctica, las actividades de inicio de la sesión de
tutoría colectiva, la presentación de los contenidos, la comprobación de la comprensión de
los contenidos, las actuaciones que permitan la mejora del auto
concepto entre los alumnos y las actividades de evaluación.
La formación permanente del docente.
El
empleo del término formación lleva implícito su consideración englobando tanto
la formación de base o inicial como la llevada a cabo a lo largo de la
actividad profesional, lo que los autores identifican como formación
permanente.
No
obstante, hemos de reconocer que estos dos momentos van íntimamente unidos y
más aún en el caso que nos ocupa de la formación del profesorado.
Así
pues, desde este enfoque de globalidad, entendemos que la formación del
profesorado debe venir caracterizada por las siguientes notas:
-
Contemplar la diversidad de intereses y necesidades.
-
Ha de ser flexible.
-
Diversificada, para atender a diferentes colectivos.
-
Vinculada a la práctica.
-
Adaptada a los constantes cambios.
-
Equilibrada entre los contenidos y el componente didáctico.
-
Multiplicidad de ofertas.
-
Pluralidad de estrategias.
La
importancia de la formación del profesor se refleja en la propia
LOGSE
que en su Art. 56.2 señala "La formación permanente constituye un derecho
y una obligación de todo el profesorado y una responsabilidad de las
administraciones Educativas y de los propios centros. Periódicamente, el
profesorado deberá realizar actividades de actualización científica, didáctica
y profesional en los centros docentes, en instituciones formativas específicas,
en las universidades y, en el caso del profesor de formación profesional,
también en las empresas".
En
este sentido, la formación permanente del profesor puede considerarse como un
subsistema específico, dirigido al perfeccionamiento profesional en su tarea
docente, con el fin de que sea capaz de asumir los cambios científicos y
sociales. Para Imbernón (1994:13) supondrá "la actualización científica,
psicopedagógica y cultural complementaria y, a la vez, de profundización de la
formación inicial, con la finalidad de perfeccionar su actividad
profesional".
El docente y su desarrollo profesional y personal
El estudio del desarrollo profesional y personal de los docentes (en adelante, DPPD) hace referencia a un ámbito muy relacionado con su conocimiento y su comunicación educativas que, aunque pueda ser no bien percibido por los estudiantes en su fase de formación inicial, incluye aspectos que ocuparán un primer plano en su esfera de intereses durante todo su ejercicio profesional. Desde la perspectiva de la evaluación del profesorado, D.L. Duke, y R.J. Stiggins (1997, p. 166) distinguen dos grandes ámbitos de intenciones y actuación docentes estrechamente relacionados: la competencia didáctica y el desarrollo profesional.
“El
maestro “no piensa sólo con la cabeza”, sino “con la vida”, con lo que ha sido,
con lo que ha vivido, con lo que ha acumulado en términos de experiencia vital,
en términos de bagaje de certezas. En suma, piensa a partir de su historia
vital, no sólo intelectual, en el sentido riguroso del término, sino también
emocional afectiva, personal e interpersonal”.
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